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Los escritos de este apartado son escritos que como dice su titulo están postulados para recibir feed.
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Saga demoniaca
- Info
- Vigilancia infernal
- Victimas silenciosas
- Los últimos defensores parte 1
- Los últimos defensores parte 2
Los escritos de este apartado corresponde a toda la historia de la saga demoniaca un evento que estoy trabajando pero al ser muy extenso lo e dividido en varias partes.
El primer escrito siempre estara pendiente de feed.
Vigilancia infernal
Hace un par de momentos, en esta sala de seguridad se podía sentir la tranquilidad del silencio y la paz. La fila de cubículos llenos de computadoras que manejan las alarmas y las cámaras se mantenían monótonas, y las múltiples pantallas en la pared central mostraban a una multitud de personas caminando, disfrutando del evento, y los guardias que residen en esta habitación no fueron indiferentes a esta tranquilidad, ya que al fin y al cabo, esta noche se tenía pensada como la noche más tranquila del año.
A pesar del evento dentro del centro comercial, sinceramente hablando, fuera de algunos problemas menores como algunos borrachos o ladrones tratando de robar un par de billetes, no había de que preocuparse, nada que las fuerzas de seguridad de la Plaza del Sol no podrían controlar…
O por lo menos así se pensaba.
—¡Carajo! —gritó uno de los guardias.
—¿Como mierda puede existir un mago de esa categoría?
—Ni siquiera sabemos si es un puto mago —respondió un guardia de lentes negros.
Una escena de caos puro, la cual contrastaba mucho con la de paz de hace unos instantes. Los guardias estaban en el peor momento de sus cortas vidas, las alarmas de emergencia sonaban en todos los sectores este y oeste. Ellos trataban de buscar una solución ante las emergencias.
El más preocupado era él de lentes negros, el encargado del equipo de seguridad. Normalmente alguien como él no estaría en esta zona, o mejor dicho, no estaría en el trabajo, pero él siempre ha sido el tipo de persona que incluso en los trabajos más simples hace su presencia como jefe.
—Jefe Macto —exclamó uno de los guardias que intentaba encontrar el origen del problema.
—Erick, informe de la situación.
—No lo sabemos jefe, simplemente todas las alertas saltaron de la nada y tenemos llamadas de emergencia en todo la zona este y oeste, tratamos de revisar las cámaras pero…
—¡¿Pero qué?! —gritó Macto.
—Simplemente no entendemos —habló otro guardia.
—¡¿Como que no entienden?! —Miro con enojo y confusión al guardia.
En silencio, el guardia empezó a escribir en su teclado, al cabo de un momento las grandes pantallas centrales que se mantenían en estática cambiaron, mostrando las puertas este y oeste completamente destruidas. El escenario se adornaba de escombros y sangre que desprendían los cuerpos inertes de los invitados.
—No… no comprendo —exclamó Macto al ver las cámaras.
—Nosotros tampoco, simplemente cuando empezamos a ordenar todo, el caos nos percatamos que todo inició en las puertas este y oeste.
—Lo peor, es que las cámaras antes de mostrar estática mostraron algo más confuso.
El jefe miró al guardia que habló, luego miró al que estaba controlando las cámaras y seguido a ello, las cámaras centrales cambiaron.
—¡Maldición…! —exclamó el jefe.
Ante los ojos del encargado de seguridad solo se podía ver lo que para muchos sería una escena de película, empezó a mover sus ojos de lado a lado tratando de entender lo que veía. Macto era una persona sobresaliente, se dice que incluso de haber dado un examen para entrar a la organización como investigador, seguramente hubiese tenido un promedio decente si se toma en cuenta que para dar el hipotético examen no hubiera estudiado lo debido.
Lastimosamente aun con ese portento intelectual que manejaba, su cerebro era incapaz de comprender lo presentado ante sus ojos. Aun con esas pensó, no fue en una idea en vano como tratar de encontrar un porqué a todo esto, si no fue un pensamiento de cómo contenerlo.
—Erick, apaga eso —habló fríamente el encargado.
—En… Entendido.
—¿Chicos qué saben del área norte? —preguntó el jefe.
—Recibimos una llamada del encargado de los guardias de esa zona, dijo que había un tipo problemático y que lo iba a detener.
—Comprendo… Entonces solo tenemos a las áreas este y oeste bajo ataque o, ¿me equivoco?
—Así es, jefe —respondió Erick.
—Bien, bien.
—Cristian, llama a todos los guardias ya sean de nuestra compañía o de las mismas tiendas y díganles que evacuen a todos en al patio de comida —ordenó Macto.
—Y, ¿qué hay de esas cosas? —preguntó Erick.
—Nos ocuparemos de ellos después, primero tenemos que evacuar a todos. Los llevaremos al centro y prepararemos una zona de evacuación en ese lugar, al estar conectada con las 4 zonas significa que las personas pueden acceder como salir de ella fácilmente.
Él había ido a comprar un par de refrigerios antes de todo esto, por ello se conmocionó cuando escucho los sonidos de destrucción. En su ida a la zona oeste donde escuchaba como la gente que corría gritaban cosas: magos, monstruos, no muertos, terroristas y un largo murmullo.
Macto trato de ir al lugar de la destrucción, pero el cúmulo de gente no lo dejo avanzar, viendo que la mejor situación seria reunirse con sus compañeros en la sala de vigilancia, se apresuró al sitio. En su camino al escuchar como el ruido no aumentaba, se imaginó que eran usuarios taumatúrgicos que estaban robando el centro comercial.
Pero después de presenciar lo sucedido en las cámaras, la idea de meros ladrones fue parcialmente borrada de su mente. Esas cosas no parecían tener la intención de robar, pero por su comportamiento pareciese como si estuvieran buscando algo. Por ello se quedan un largo tiempo en las tiendas antes de pasar a la otra.
—Además esas cosas están ocupadas. Ya que si no fuera el caso, el caos hubiese llegado a la zona norte y sur, por lo que tendremos tiempo para preparar una buena ofensiva con todos los guardias.
Sus compañeros asintieron ante el plan presentado.
—Iré a por mi equipo. Cristian y Erick en dos grupos, que uno se quede monitoreando la ubicación de esas cosas mientras el otro, comunique el plan que tenemos con los otros guardias, después de equiparme iré al centro a dirigir la evacuación, ¿entendido?
—Si —Todos en la sala gritaron al unísono.
Todos se empezaron a mover, llamadas iban y venían, las pantallas cambiaban mostrando nuevos escenarios del horrible evento. Mientras esto ocurría, Macto salía corriendo por los pasillos en busca de su equipamiento, estaba inquieto, no podía explicar como esas cosas pudieron haber llegado a este lugar.
Pero ya nada de eso importaba, tenía que cumplir con su misión de proteger a las personas de la zona. Doblaba de esquina a esquina mientras se topaba con algunos guardias, quienes avanzaban de lado contrario, trabajadores de limpieza que empacaban sus cosas o simplemente trabajadores nerviosos que se conmocionaron ante el evento.
Exhausto, llegó a las puertas de su oficina, había dejado allí su equipo mágico que le permitía tener más vitalidad en ella, ya que no lo iba a usar por obvias razones, ¿quien usaría un traje de guardia en una fiesta donde solo importaba disfrutar?
El hombre dio una pequeña carcajada al notar su dependencia a los objetos mágicos para compensar su debilidad física.
—Si él estuviera aquí conmigo, seguramente me regañaría —habló en su solitaria oficina.
—Pero no importa de seguro tú debes estar ayudando a evacuar a las personas de tu zona, ¿verdad?, no importa que tan monstruosas sean esas cosas. Si los dos luchamos juntos no hay nada que nos pueda derrotar.
Hablaba mientras se ponía su uniforme, ya había pasado tiempo sin usarlo para algo de acción. Después de haber ascendido, se limitó a usarlo en solo un par de ocasiones para eventos formales. Ya estaba listo, solo le faltaba su arma.
Miro la fina lanza que reposaba en la pared de su oficina. Extendió su brazo para agarrarla, pero fue interrumpido por un fuerte estruendo.
—Demonios… ya deben de estar cerca.
« La noche que puso fin a la diversión | __Victimas silenciosas __»
Victimas silenciosas
—¡Marco!, ayúdame —exclamó un trabajador.
—Ya voy.
Eran dos trabajadores de una de las tiendas de muebles de la zona este. Se encontraban moviendo una pesada caja a través del estacionamiento. La cual contenía un costoso armario, por su parte el comprador de dicho objeto se encontraba junto a su auto en la lejanía, observando con una expresión de molestia a los lentos trabajadores.
—Estos adinerados se creen la gran cosa, ¿verdad?
—Cállate Marco, que él puede oírte.
—No te preocupes Antonio, el panzón se quedó mirando a una chica en bikini.
—¿Bikini? —preguntó Antonio a su amigo.
Al estar cargando la caja por la parte derecha su visibilidad era limitada, ya que a lo mucho solo podía girar la cabeza y observar de re ojo lo que ocurre detrás de si. Para su mala suerte en su caso solo podía ver autos estacionados, caso contrario pasaba con su colega Marco quien podía ver a los clientes yendo y viniendo.
—Sí, al parecer dejen entrar a cualquiera a este lugar.
El sitio donde se encontraban era una zona mayormente de muebles e inmobiliarios. Si uno caminaba con la intención de comprar algo que no fuera lo ya dicho, tendría que caminar todo el lugar hasta llegar casi al centro, donde las tiendas de muebles pasaban a volverse tiendas más variadas.
—¿Sabes, Antonio? Hoy voy a ver a Maria así. —Soltó una risa juguetona, la cual fue seguida por la risa de su amigo.
—No creo que una guardia de seguridad tenga tan pésimo gusto. —Antonio se burlo.
Marco hizo un sonido con los labios en negativa al comentario de su compañero.
—Vamos, vamos, dime, ¿como la vas a invitar a salir?
—Hoy es el festival por lo que habrá muchas tiendas de dulces abiertas, allí es donde entro yo con una caja de deliciosos dulces costosos.
—No es un mal plan si tomamos en cuenta que ella es una loca de los dulces, pero no sé, ¿cómo demonios no le da diabetes?
—Escuche que su jefe, ese anciano espiritista, usa magia en ella para que no le afecte la azúcar —respondió Marco.
—La taumaturgia no es omnipotente, Marco. Si así fuera, el comprador hubiera usado uno de sus colgantes encantados y haber movido la caja él solo —habló Antonio.
—¿Tenía objetos mágicos? Ni me di cuenta.
—Si, o sea, parecen colgantes de oro y eso, pero pude notar como tenían algo de magia dentro de ellos.
—Claro, claro, señor aprendiz de archimago —habló burlonamente Marco.
—No es mi culpa que yo si tuviera una buena secundaria. Pero dejemos las bromas para el descanso, ya deberíamos estar cerca del auto.
Mirado de reojo, Antonio pudo notar que estaban a un par de metros de donde se encontraba el auto del comprador.
—A todo esto, no veo al ricachón ese.
—¿Se fue? —preguntó Antonio.
—No, simplemente, espera…. Mejor bajemos esto.
Dejaron el suelo al gran mueble que cargaban, ahora que tenían la visión libre, ambos amigos empezaron a observar el lugar. El auto del comprador estaba cerca, pero no había rastro alguno de él.
—No entiendo. Digo, yo lo vi mientras hablábamos se supone que estaría aquí, simplemente se esfumó de un momento para otro —habló Marco.
—¿Se habrá ido a comprar algo mientras movíamos su compra? —preguntó Antonio.
—Que pesado…
—Y que lo digas, llevemos la caja a su auto y esperemos a que venga.
Los dos miraron la caja por un momento antes de proceder a cargarla nuevamente, regresando a la caminata que inmovilizando sus vistas, o por lo menos, así era en el caso de Antonio. Caminaron en silencio , ya habiendo llegado al auto uno de ellos decidió romper el hielo.
—Oye Marco, escuche que Maria sabe usar magia de electricidad, ¿no te preocupa que termines electrocutado por tu intento de cita?
Su amigo soltó una pequeña risa, mientras observaba el largo camino que ambos recorrieron. El vehículo del comprador fue estacionado prácticamente al costado del muro que delimitaba el estacionamiento con la calle, en su observada se percató que el cliente regresaba lentamente con un bulto en su mano.
—Veo que se fue a comprar comida o algo.
—Y que lo digas…
Estirándose, Marco dio un par de pasos alejándose del vehículo. Al cabo de un momento, soltó una pequeña risa. Había pensado una escena graciosa, según él, gracias al comentario que su amigo le había dicho con anterioridad.
—De ser el caso, espero que sea por sentones —Después de decirlo, empezó a reír un poco más fuerte de lo normal.
Pero no se logró escuchar una segunda risa que acompañara el júbilo del momento. En realidad, ya no había nadie quien pudiera entender el chiste. El hombre volteo su cuerpo mientras pronunciaba sus últimas palabras.
—Oye Antonio ¿Qué pasa?, te comió la lengua…
Antes de poder decir algo sintió como su garganta se llenaba, quiso toser y así quitarse lo que tenía, pero el dolor evitaba que pensara bien. Trató de llevarse la mano a su garganta, pero ya era muy tarde para hacer algo. La mitad de su torso se separó de su cuerpo.
El dolor nublaba la mente de Marco, mientras que su cuerpo, ahora cortado en dos se desplomaba en el suelo. Logro ver por unos instantes, los restos de su amigo. Igual que él fue cortado, el tiempo empezó a ralentizarse, Marco volteó lentamente a mitad de la caída.
Sus ojos se abrieron de par en par al ver aquella cosa. Estaba de pie a solo un par de pasos de su cortado cuerpo.
Era delgado, era pequeño, era extraño, pareciera como si un insecto se hubiese mezclado con un lagarto, su cuerpo estaba cubierto por unas gruesas escamas las cuales daban la apariencia de un exoesqueleto. El cual en ciertas partes existían algo parecido a tubos hechos del mismo material que las escamas, desde sus codos hasta partes de su espalda, esa cosa estaba llena de ellos.
Sus pies terminaban apoyados en los únicos 3 dedos que poseía. Dando la semejanza de como si solo se apoyara en las puntas de sus dedos cuál bailarina de ballet, y su cabeza era pequeña, algo extraño si lo comparamos con los grandes cuernos en los cuales terminaba.
Lo peor de todo, es que era pequeño. Muy pequeño, lo único grande dentro de aquel ser eran sus cuernos, los cuales median un cuarto de su tamaño.
En sus últimos momentos, Marco solo pudo apreciar como su asesino tomaba impulso, contorsionando su cuerpo. Al cabo de un segundo, salto, de los tubos que tenía esparcido en su cuerpo, salieron hileras de tentáculos. Eran gruesos en un inicio, pero se separaron haciendo que de un tentáculo se dividiera en dos o tres ramificaciones, los cuales empezaron a sujetarse de los faros de luz que alumbraban el estacionamiento.
El pequeño estaba buscando a su siguiente víctima, la cual lamentablemente, terminó siendo el comprador que observaba la escena, al verlo el pequeño demonio, se volvió a impulsar, desplegando las múltiples cuchillas que su cuerpo había retraído.
En sus últimos segundos, Marco solo pudo observar la masacre que ahora su asesino estaba cometiendo con los indefensos clientes del centro comercial. Resignado, el enamorado hombre solo murió entre los gritos de agonía, como resto de víctimas de su asesino.
« Vigilancia infernal | __Los últimos defensores parte 1 __»
El caos inundaba al centro comercial, las risas que anteriormente se escuchaban fueron apagadas por todo la masacre ocurrida por dos infernales seres, aunque no todo estaba perdido.
En el centro de la gran Plaza del Sol se encontraba la última resistencia ante todo este horror, la última línea de defensa, los guardias de la empresa Tamsegur, la empresa contratada por el centro comercial para proteger de sus activos, para suerte de los indefensos compradores estos guardias eran lo mejor que la empresa podía tener dentro todo el estado de los Ángeles.
Tamsegur estaba dividida en 4 grupos asignados a varias zonas, 2 de ellas operaban en las ciudades cercanas como guardias de seguridad de dos pequeñas empresas, el último de los grupos se encontraban resguardando una pequeña plaza comercial en otro estado, el adjetivo "pequeña" se debía a que en sí Tamsegur mantenía a todos sus mejores activos en su principal proveedor la Plaza del Sol, ya que antes de ser la opulenta zona que ahora es, solía ser una pequeña agrupación de tiendas, la cual desde los inicios de Tamsegur se volvió su primer contratista, por lo que cuando el centro comercial creció la empresa de seguridad creció con ella.
Los guardias se movilizaron en el centro del gran centro comercial, en el área de comidas la cual debido a la gente se empezó a alborotar volcando las sillas y mesas repartidas aunque no se podía de ver de malos ojos, ya que al fin y al cabo la acomodación de mesas era lo mínimo de importancia en ese momento, los guardias y hasta policías se movilizaban por la zona, cada vez llegando más y más.
— ¡Maldición!
Exclamo el jefe de la división de Tamsegur asignada al lugar, el hombre que es considerado por la empresa como el verdadero fundador de la misma, ya que fue gracias a él que Tamsegur se expandió, el segundo espiritista dentro de toda la empresa, Elihas Felix Macto Jones o más conocido como el jefe Macto, este se encontraba liderando la evacuación de los civiles.
Estresado, Macto se sobó la frente mientras sus hombres evacuaban a la gente.
—Jefe -Lo llamo Erick.
—Dime.
—Los refuerzos que enviamos para evacuar la zona oeste no responden.
—¡Maldición! -Exclamo con rabia.
Al inicio se tomaron como criaturas mágicas o por lo menos así la gente quería crearlo, seguramente un robo en las tiendas por manos de un invocador o algo parecido por ello decidieron enviar a un grupo de guardias para frenarlos, los cuales habían logrado contener el avance de las dos criaturas que alborotaron todo el lugar
Por lo que tuvieron tiempo para avanzar con su plan de escape y gracias a los contactos de Macton como a las múltiples llamadas de los vendedores como compradores, un pelotón de la policía se presentó para ayudar con la emergencia.
Ahora con la policía, Macton pudo avanzar más rápido con lo planeado y gracias a que los miembros de la policía reemplazaron la ayuda de los guardias encargados de las cámaras, estos regresaron con el monitoreo, ahora con la nueva red de inteligencia establecida Macto pudo observar con más detenimiento a estos invasores, confirmando la ascendencia demoníaca de la amenaza a la policía, los cuales decidieron contactarse con los superiores.
Aunque viendo el panorama y las bajas, se decidio enviar refuerzos para los guardias que retrasaban a los demonios, ahora no con la idea de frenarlos sino con la intención de eliminarlos, pero lamentablemente las criaturas reaccionaron ante los ataques.
Haciendo que los 12 hombres que enviaron no fueran suficientes para eliminarlos ni siquiera para volver a contenerlos, por ello solo se limitaron a debilitaros mientras los atraían a la zona central, pero por lo visto el grupo enviado al área oeste no pudo soportar más.
—El lado bueno es que los refuerzos del área este lograron aislar a ese enano.
—Entonces aún tenemos tiempo.
Agarrando su comunicador Macto se contactó con el equipo de vigilancia
—¿Cómo está la situación del área oeste, chicos?
—Muy mal jefe… esa cosa está tratando de ir a la zona norte -habló con pánico el guardia.
—QUE -grito Macto.
La zona norte, la única zona que no tenía vigilancia o bueno si la tenía, pero era cuanto menos limitada, pese a ello se sabia que era una vía de escape segura para los clientes, por lo que se envió a un grupo para asegurarla y así lograr tener dos vías de escape.
Para su mala suerte uno de los dos monstruos que ocasionaron todo este caos se dirigía allí, los guardias no podían permitirse perder un camino de evacuación.
—Cierren las entradas de las tiendas que estén cerca de esa cosa y del centro. —Ordeno Macto a los guardias de vigilancia.
—Pe.. Pero Macto si lo hacemos dejaremos imposibilitadas las vías de escape para los que aún se quedaron en camino de ese monstruo y si sellamos el centro se quedaran solos con ese monstruo.
—NO, no se quedaran en su camino enviaré a dos grupos de guardias, el primero se encargara de atraerlo hasta aquí, y así con toda nuestra fuerza lo eliminaremos por ello sellaremos el centro así no podrá escapar, el otro grupo se encargará de rescatar a los civiles que se quedaron en la zona oeste, ya que el demonio estará aquí en el centro.
—Entendido señor -contestó el guardia de vigilancia.
—Erick, manda a un grupo de guardias a que atraigan a esa cosa y ordena la retirada de todos los civiles de esta zona. —Erick asintió ante la orden.
Tras recibir la orden, los guardias como policías informaron al resto, haciendo que los civiles evacuados de la zona este tomen otro camino, así en el centro solo se quedarían ellos para luchar, la estrategia era simple atraer al demonio al centro para poder bombardearlo con toda la artillería taumatúrgica que poseían.
Originalmente el plan era atacarlos juntos, para así terminar con esta pesadilla de una vez, pero ahora con el cambio de planes eliminarán a uno por uno.
Macto vio como dos grupos de guardias y policías iban a la zona oeste.
—Señor, ya enviamos a los dos grupos y el resto de nosotros están viniendo aquí.
Macto asintió, después que todos se reunieran los de inteligencia cerraran el centro y así podremos luchar, un ejército contra un solo monstruo.
—Nosotros somos 34 guardias y 19 de la policía que se quedaran aquí, junto a 15 civiles expertos en la taumaturgia que decidieron ayudarnos a pelear con esas cosas… 68 personas y conmigo un espiritista de primer nivel.. sí.. Sí, somos los suficientes para frenarlos. —Pensó Macto.
La afirmación de Macto no era pura fanfarroneriá, dentro del estado de los ángeles solo él y su hermano eran los únicos espiritistas capaces luchar en igual con magos experimentados.
—Hermano… —Mientras pensaba en su hermano Macto apretó con fuerza su lanza.
—Si tan solo estuvieras aquí, nosotros dos seriamos los suficientes para derrotar a ese demonio, no por nada nosotros logramos derrotar juntos al imbécil de Letsetin.
Letsetin es un famoso orco caza recompensas de poca monta del estilo de más acción y poca precaución, en su juventud se volvió un vigilante llamativo en el estado de los Ángeles, por el hecho de usar una llamativa armadura y actuar como un héroe de novela, al final dejo esa vida y se volvió un caza recompensas después de un supuesto trasfondo de haber matado a un dragón.
Una vez persiguió a un ladrón dentro de la Plaza del Sol, al final no pudo encontrarlo y terminó causando un gran alboroto con los guardias, según él estaban "obstruyendo su trabajo", Macto había ido a tratar de negociar con él para tratar de calmar el ambiente, pero en el proceso termino insultado por el caza recompensas, algo que su hermano Jheff Macto el segundo espiritista de Tamsegur no tolero.
Iniciando así una pelea en la cual ambos hermanos Macto se involucraron alzándose victoriosos, aunque con muchas heridas de por medio, al final a Letsetin se le prohibió la entrada al sitio, dicha pelea hizo elevar el reconocimiento de Tamsegur.
Macto se quedó pensando en su hermano y como ambos convivieron tantas aventuras, aunque ya no tenía mucho para remontarse al pasado, había notado como las puertas se estaban cerrando al rededor del centro, ya sea de forma manual o a través del sistema de vigilancia.
Erick le dio una señal y vio como sus hombres se acercaban a él, decidió mirar su lanza y pensó.
—Erick ¿no hay señales de mi hermano verdad? -preguntó Macton.
—No señor.
—¿Cree que está en problemas, señor? -hablo Erick.
Lo dudo mucho, no hay nada que ese anciano no pueda manejar.
En sus pensamientos Macton habló—¿Tú también te enfrentaste a un demonio verdad?, ese problemático que reportaste debió de ser algo parecido a esas cosas, pero tú y tu grupo debieron derrotarlos ¿verdad?
—Señor. —Tres grupos de guardias como policías llamaron a Macton interrumpiendo sus pensamientos.
Este último tocio aclarándose su garganta y procedió a hablar.
—Señores la zona oeste ha sido totalmente comprometida, atraeremos a ese bastardo y aquí lo mataremos, mantendremos despejado el campo de batalla para el maldito pequeño de la salida este, protegeremos a los civiles y salvaremos al centro comercial ¿entendido?
—¡ENTENDIDO! —Todos respondieron al unísono.
La determinación en sus miradas era algo digno de recordar, lamentablemente el momento fue arruinado por los sonidos de pesadas pisadas, Macto sabía quien las originaba, por ello se preparó para la lucha, pero antes de que él y sus hombres pudieran preparar sus hechizos, varias figuras de apariencia humana fueron lanzados desde la entrada oeste chocando contra algunos guardias.
Todos los presentes se asustaron al ver los cadáveres aplastados de sus amigos, pero no tenían tiempo para pensar, ya que de pronto apareció un enorme y extraño ser, su piel era rojiza y chamuscada, su apariencia daba la idea del mitológico minotauro aunque su extraña anatomía borraba esta idea de la mente.
Sí, era un toro humanizando, pero tenía las articulaciones desproporcionadas, sus brazos eran más grandes que sus pies y tenía la pose de un gorila, pero su descripción era lo de menos cuando aquel demonio entro al centro, este no perdió el tiempo y rugió mientras se abalanzaba contra los guardias y policías que disparaban contra él.
Su cuerpo se empezó a llenar de heridas, ya sean por el impacto de balas de los policías o los hechizos mágicos lanzados por los guardias.
—¡Lancen sus hechizos ahora! —Ordenó Macto.
Después de escuchar la orden los efectivos dejaron de disparar alejándose del monstruo, dando espacio, para que el primer grupo de civiles afines a la taumaturgia lanzaran una lluvia de hechizos hacia el extraño minoritario, el daño infligido se reflejó en las heridas de su cuerpo, aunque sangro no fue el daño que sé esperaría que provocara una lluvia de hechizos.
Entre quejidos el demonio paro su marcha, Macton no desaprovecho el momento y ordeno que el segundo grupo de civiles lanzaran una lluvia de hechizos, esta vez los civiles fueron ayudados por los guardias y policías en su ofensiva, mientras el primer grupo descansaba y se prepara para lanzar otra ráfaga de hechizos, una sonrisa se presentó en la cara de todos.
Aquel monstruo estaba siendo sometido, no podía moverse y solo se limitó a cubrir su cuerpo con sus grandes brazos, todos estaban felices, gritos de victoria se podían escuchar en el campo de batalla, todos celebraban menos Macton, quien a través de sus lentes oscuros; un objeto mágico que le permite observar la vitalidad de las personas que viera, se percato que aquel demonio no estaba recibiendo el daño que debería.
Extrañado el jefe espiritista levanto su lanza, esta acción llamo la atención de Erick, quien dejo de apoyar al resto y se acerco a su jefe.
—¿Señor pasa algo?
—Estoy viendo con mis lentes como el daño que le infligimos no tiene ningún efecto significativo en su cuerpo.
—Puede que sea una habilidad de ese monstruo para resistir el daño.
—Lo mismo pensé, por ello si los hechizos no le hacen mucho daño entonces….
Concentro toda su energía en su lanza, como resultado un destello ilumino el campo de batalla y este salieron 10 figuras moradas se elevaron al cielo, eran las águilas "rompe viento" las invocaciones insignia de Macto, normalmente él solo podía invocar 4 de estas, ya que de exceder el numero el retroceso que generaba las convocaciones era demasiado para su cuerpo.
Pero al tener su lanza como catalizador de sus invocaciones y su equipo que le aumentaba su vitalidad, fue capaz de invocar a 10 ejemplares, estos espíritus tenían la forma de la tradicional águila con la diferencia de medir 2 metros y tener un color morado, como tener la capacidad de taumaturgica de poder convocar fuertes vientes a través de su aleteo.
—Ahora todos dejen de disparar -ordeno Macto.
Después que los hechizos se detuvieron el demonio rápidamente, quiso volver a su frenesí, pero antes de poder hacerlo una de las águilas de Macto lo golpeo, la águila era casi tan grande como aquel demonio por lo que el impacto hizo que cayera de espaldas, Macto aún no estaba contento por lo que ordenó a todas sus invocaciones atacar al unísono al monstruo, pero el espiritista se detuvo.
Vio como el cuerpo del desplomado minotauro empezaba a vibrar y a producir humo, sus adversarios se alegraron al ver esto, pensando que el demonio se había dañado lo suficiente y estaba a punto de desintegrarse o algo parecido, pero para su mala suerte sucedió todo lo contrario.
Aquel ser no estaba vibrando por los daños, estaba vibrando por la sobre carga de magia que tenía almacenada en su cuerpo, procedió a liberarla haciendo que su cuerpo cambiara tras ello, sus huesos se estiraron, su carne se endureció, su chamuscada piel ahora mostraba venas de fuego, sus oponentes vieron con horror como el demonio dio un santo, reincorporándose al campo de batalla.
Alzando su brazo el minotauro golpeo el suelo, el impacto resultante termino rompiendo el equilibrio de los humanos, haciendo que cayeran, ahora el demonio era el que se reía de sus indefensos adversarios.
Macto envió a sus invocaciones a atacar, las águilas movieron el viento del lugar, impactando poderosas ráfagas de viento en el cuerpo del demonio, pero esta vez el demonio sobrepasaba en tamaño y fuerzas a las águilas, haciendo que sus poderoso ataque aéreo no tuvieran el retroceso que se esperaba, viendo que ya no había otra opción Macto decidió concentrar todo su ser en potenciar a sus invocaciones.
Viendo la situación Erick, ordeno a los civiles que lanzaran otra lluvia de hechizos, estos hicieron caso a la orden y dispararon nuevamente hacia el minotauro, Erick también preparo su hechizo, el tenía afinidad hacia el hielo y teniendo en cuenta que ese demonio tenía venas de fuego en su cuerpo y ahora se podía sentir como un aura de calor emanaba de este, pensó que él era el más indicado para herirlo, pero mientras cargaba su hechizo vio como dos de sus compañeros exclamarón quejidos de dolor.
Confundido quiso hablarles, pero ya no tenía caso, de un momento al otro antes de siquiera dar un paso Erick había sido empalado en su tórax.
—Mac.. to. —Fueron las últimas palabras de Erick antes de lanzar su hechizo incompleto a su amigo.
Este último recibió el impacto, cayendo al suelo antes de poder darse cuenta de lo que pasara, Macto vio como una cuchilla trato de impactar en su tórax, pero gracias al impacto logro esquivarla, lamentablemente el resto no tuvo la misma suerte y el campo de batalla se llenó de gritos de dolor.
En su confusión Macto miro a todos lados tratando de encontrar una explicación a todo esto, pero freno su acto cuando vio la abertura en forma de corte en la puerta este, Macto no lo podía creer el peor escenario se había presentado, los dos demonios se había reunido.
—Maldición…. —Entre quejidos el espiritista apretaba sus dientes hasta casi romperlos por la enorme frustración que sentía.
No quedaba de otra más que resistir.
—¡El otro demonio esta aquí! -grito Macto.
Todos voltearon ante el grito, dándose cuenta de los cuerpos empalados de sus compañeros, y el responsable de aquellas muertes, algunos guardias decidieron confrontarlo, mientras otros se quedaron a retener al minotauro.
Aunque rápido el demonio pequeño poseía una debilidad, no podía dar golpes mortales a múltiples enemigos a corta distancia, aprovechando esto los guardias empezaron contra atacar, aunque desconociendo la debilidad del pequeño, por su parte este trato de mantener distancia contra sus adversarios, pero estos no lo dejaron acercarse.
Mientras tanto el gigante avanzaba lentamente, aplastando o quemando todo lo que se ponía en su delante, algunos policías decidieron retroceder para disparar en la lejanía, en un intento de distraer al minotauro.
—Carajo -grito Macto.
Ordenando a sus invocaciones que se dividieran en dos, y así 5 águilas se quedaron golpeando con su aleteo al minotauro mientras 5 se dirigían hacia el pequeño demonio, para evitar que este se alejara de la pelea.
Para su mala suerte, al no tener muchos enemigos que obstaculizaban su movimiento, el minotauro empezó a avanzar matando a todos los que se les oponía.
—¡Carajo! -grito Macto al darse cuenta de su error.
Ordeno a sus invocaciones que regresaran a luchar con el minotauro, pero ese pequeño error le costaría caro, el pequeño demonio aprovecho la retirada de las invocaciones que se dirigían a el, saltando y usando sus tentáculos para poder agarrarse de una, el águila con la cual se estaba sujetando trato de zafarse de su agarre, pero el pequeño monstruo empezó a envolverlo en sus tentáculos haciendo que la invocación desapareciera ante todo el daño que había recibido.
Ahora en el aire el demonio preparo sus cuchillas, el grupo de guardias que originalmente estaban luchando contra él, empezaron a lanzar sus hechizos hacia la dirección del engendro, pero era muy tarde, todos fueron empalados por los tentáculos del demonio.
Ya era muy tarde, el minotauro empezó a aplastar a todos los que podía mientras era ayudado por el pequeño demonio, esto ya no era una batalla era una masacre, en su desesperación Macto trato de salvar algunos de sus hombres, pero era ineficaz, o morían aplastados o empalados y sus invocaciones tan poco eran la excepción.
Al final solo quedo él.
Entre quejidos, Macto llamo a su última invocación, esta se acercó a su invocador agarrándolo de sus hombros tratando de llevarlo lejos, Macto aún no se permitía morir.
Los demonios simplemente lo vieron, ya habían ganado y simplemente se deleitaron con el sentimiento de victoria, aun con esas tan poco iban a dejarlo escapar, el minotauro agarro un par de cadáveres de los guardias, lo sostuvo unos momentos, espero hasta que los cuerpos empezaron a brotar llamas, al notar esto cerro su puño con fuerza comprimiendo a los llameantes cadaveres y los lanzo con gran fuerza hacia la última invocación de Macto.
Una llameante bola de fuego impacto hacia el espiritista, el impacto genero un terrible daño en Macto, perdiendo una buena parte de su equipo magico como a su ultima invocación, sin aquella águila el espiritista cayo al suelo perdiendo sus lentes y lo que quedaba de su equipo.
Desplomado y sin fuerzas, los demonios se acercaron lentamente observando al miserable humano delante de ellos, Macto viendo al minotauro de cerca pudo notar la inmensa presión y calor que generaba.
—Tal vez fueron… más fuerte que todos nosotros, pero… él se encargara de hacerlos pagar.
Ambos demonios se miraron, no por el hecho de no haber entendieron las palabras de aquel humano simplemente porque no entendieron a que se refería, seguramente eran disparates de un mal perdedor pensaron, por lo que no veían razón en seguir manteniendo vivo aquel hombre.
El minotauro alzó su brazo con intención de aplastar a la insignificante vida delante de sus ojos, pero un sonido de algo golpeando el metal interrumpo el silencio del campo de masacre, confundidos los demonios se detuvo por un momento, con la mirada busco el origen del ruido hasta encontrar la entrada hacia la zona norte la cual nuevamente empezó a producir el sonido.
Los demonios no entendieron el porqué de esto, pero si Macto, él se daba una idea del porqué de ese sonido, él estaba lejos de dicha puerta aun par de metros para ser exacto, pero pudo escuchar como el sonido aumentaba y como la puerta empezó a agrietarse.
Y de pronto un estruendo termino por romper la puerta, mostrando una silueta humanoide y a su alrededor un par de pequeñas siluetas aladas.
—¡Hermano! -exclamó Macto.
—Yo sabia que vendrías —reincorporándose a duras penas uso su lanza como punto de apoyo, el espiritista trato de acercarse a dicha figura.
—Yo sabia que… —Al acercarse él vio con más claridad la figura que allí se encontraba.
La figura que anteriormente había visto como humana se esfumó, al acercarse se dio cuenta de los terribles detalles que la envolvía, sus delgadas extremidades, sus ojos infernales, Macto simplemente se quedó inmóvil, el ser simplemente avanzo lentamente.
Macto ni siquiera lo miraba él ya no podía pensar razonablemente, él se acercó lentamente mostrando aun mas su demoníaca apariencia, los pequeños seres que lo acompañaron no eran la excepción, se trataban de pequeños demonios aun mas pequeños que el demonio que masacro a toda la zona este, eran imps, demonios de la mas baja categoría.
Ya teniendo al humano en frente, él simplemente lo observo de pies y cabezas, Macto estaba con la cabeza agacha sin fuerzas para siquiera ver al nuevo demonio que se presentó a sus ojos, solo pudo mirar sus pies y la bolsa de viaje que este llevaba.
Él notó la lanza que portaba el débil humano, extendió su brazo para tratar de agarrarla, pero Macto hizo fuerza en este.
—No… no… -dijo débilmente el hombre.
Antes de poder hacer algo Macto simplemente fue empujado por la delgada figura, soltando en el proceso su lanza, pero antes que esta se cayera el demonio la agarro, mientras la examinarla con la mirada, por su parte los diablillos que estaban a su alrededor se acercaron a Macto quien se encontraba rendido en el suelo, los pequeños demonios empezaron a agarrar su cabeza, al parecer querían someterlo.
—¿Espi.. ri.. tis..ta? -hablo aquel ser.
Macto solo lo miro incrédulo, el demonio saco de su mochila una gran bolsa ensangrentada de dulces la agarro y la contemplo por un momento, hasta mover su mirada al hombre en el suelo, hundió la lanza en el suelo y con sus dos manos saco el contenido de esta bolsa, al cabo de un momento arrojo el contenido a la dirección del humano.
—¿Lo… cono.. ces? -pregunto el demonio.
Macto miro lo que aquel monstruo le había arrojado, y por un momento los ojos de ambos hermanos se cruzaron, fue lo último que Macto vio en vida antes que los imps le destruyeran la cabeza.
Ya nadie quedaba en aquel campo, el lugar solo era un recinto de muerte y destrucción iluminado por las pocas luces artificiales que no fueron destruidas.
Ya habiendo pasado un tiempo considerable un sonido empezó a resonar por el campo de escombros, en el centro por la salida norte el demonio delgado empezó a caminar junto a su nuevo objeto, una lanza espiritista, aunque no era lo único que cargaba, él poseía un largo bolso de un tamaño considerable, mientras caminaba él usó su mano izquierda para abrir la bolsa y sacar una caja abierta de un dulce que procedió a mascar como chicle.
Habiéndose acercado a un par de pasos de los dos demonios que ocasionaron toda la masacre, este se detuvo, por su parte estos se agacharon la cabeza hacia su dirección, seguido a esto él sacó una caja del dulce que comía de su mochila y lo extendió al minotauro.
Extrañado el gigante extendió su colosal mano, agarrando la diminuta caja y se la llevo a la boca, mascándolo sin importarle la caja llameante, luego le entrego otra caja al pequeño demonio, este solo lo empezó a observar mientras poco a poco le iba cortando partes de la caja.
Observando el gesto de disgusto del gigante, el flacucho agarro su lanza y empezó a cortar una nueva caja de dulces, ahora le ofreció nuevamente al minotauro esta vez el bloque de dulce ya no poseía su caja, mientras los demonios congeniaban, en la lejanía un grupo de humanos rodeaban el centro comercial, estos eran soldados miembros del ejército del país, la última línea de defensa que fueron desplegados tras la señal del equipo vigilancia de Tamsegur.
Estos últimos eran los únicos supervivientes de la seguridad que protegía la Plaza del Sol, en el antiguo lugar donde antes se sentía la diversión y felicidad solo quedaba un aura sombría generada por las muertes de sus defensores, mientras los supervivientes se encontraban empacando la información de su base datos, uno de ellos decidió observar por última vez a los causantes de todo este caos.
Usando su computadora se conectó a las ultimas cámaras de seguridad que aun se mantenían intactas, observándolos con odio y rabia, aquellos protagonistas de esta masacre endiablada, los cuales residían apaciblemente, descansando entre los escombros.
El mas pequeño del trío se encontraba cortando en pedacitos un cadáver, el mas grande se encontraba descansando en un extremo del campo de batalla mientras producía un intenso humo, pareciese como si se estuviera encogiendo, pero para el observador eso no le importaba y por último se encontraba un bastardo, el menos llamativo de los 3.
Un delgado demonio que se encontraba usando la lanza de su jefe para cortar un misero dulce, él lo corto por la mitad y una de esas mitades la partió en dos, el pedazo mas grande se lo quedo él, mientras el otro lo acercaba a unas pequeñas figuras aladas.
Sin poderse contenerse mas, el guardia golpeo el monitor con su puño rompiéndolo en el proceso.
—Cristian -hablo uno de los guardias en el centro de vigilancia.
Cristian volteó a verlo.
—Ya vámonos…
Sin nada mas que hacer Cristian se alejó del monitor, agarro sus cosas y siguió al resto de sus compañeros, lejos de aquella pantalla agrietada que mostraba el compartir de comida de esos engendros demoníacos, el sonido de crujidos se podía escuchar levente en la sala, seguramente provenientes de los imps que comían su apetecible comida.
Y entre ellos se escuchó la voz de aquel ser que orquesto todo esto, proveniente del audio de la computadora.
—Coman… coman… suertudos…
Se escucharon golpes a la lejanía.
—Coman… mientras… puedan…
Se escucharon gritos en el pasillo.
—el resto.. de…. hermanos…
Se escucharon mordeduras rasgando la carne.
—Devorarán.. toda…. la… comida…
Después que los militares llegaran a sellar el sitio, nadie mas entro ni salió de aquel lugar de pesadilla, no hubo ningún superviviente de Tamsegur.
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